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Seguro que alguna vez has oído algo así. Es más, esta
expresión incluso pudo ir dirigida a ti mismo en aquel momento. Puntualmente
empleada en la vida cotidiana para llamar la atención cuando se requiere una
reacción, especialmente, ante situaciones que precisan tomar una decisión. Si
bien es una forma un tanto peculiar y, si me apuras, hasta graciosa de ponerle
cara a algo más serio de lo que imaginas.
Fuente imagen modificada: twitter |
Hace unos días, requerí hacer alusión a una teoría que,
aunque menos conocida por su nombre, por su fondo sí lo será o, al menos, te
resultará más reconocible hasta aplicarle un valor y sentido especiales. Me
refiero a la Teoría de la Parálisis por el Análisis.
Para mí, posiblemente -como decía el spot de una conocida
marca de cerveza- “la mejor teoría del mundo”, porque de ella y de la actitud sepas
aplicarla dependerá cada uno de los pasos que des en la vida. Hay muchos
términos que se acuñan para la ocasión y, sin embargo, ligado al concepto
básico de esta teoría, el que más me
gusta es “proactividad”, creado por V.Frank en la búsqueda de sentido de las
cosas tras sobrevivir a la guerra y los campos de concentración nazis. Éste
proviene del griego “pro” (a favor de) y “activitas,-atis” (eficiencia de
obrar, diligencia).
Incido en él porque cobra relevancia para entender
perfectamente el sentido de esta teoría, aunque, curiosamente, no está aceptado
por la Real Academia de la Lengua Española (una sinrazón de tantas, así nos va),
pero en otros foros más pragmáticos lo enfocan muy bien en torno a palabras
fundamentales para mí como “actitud”, “control” e “iniciativa”, amén de otras
no menos enriquecedoras, tales como creatividad, audacia o responsabilidad,
entre otras.
En este sentido, introducido ya en el concepto básico, profundizaré
para un mayor conocimiento y comprensión de la misma definiendo dos tipos de
individuos a la hora de enfrentarse al obligado y constante ejercicio de
supervivencia: “reaccionar y actuar”:
Reactivos: Influenciados en gran medida por su entorno y supeditados a
su zona de confort, no son libres de elegir pues están excesivamente
condicionados por las circunstancias que le rodean y sus problemas periféricos. Éstos se limitan
a actuar obligados por el entorno y, raramente, son dueños de su vida . De hecho, sólo se sienten cómodos si todo lo que le rodea está en
orden y libre de problemas.
Proactivos: Lejos de ir a rebufo de las circunstancias sin control e
iniciativa deseados, controlan su círculo de influencia y, de forma controlada
y meditada, toman decisiones como respuesta a estímulos de su entorno, incluso
antes de que surjan los problemas o la necesidad imperiosa de reaccionar. Son
personas con visión positiva y con una mayor área de su zona de confort, por lo
que la reacción ante posibles fracasos es distinta por completo a la del caso
anterior.
Ya en el concepto en sí de la citada teoría, diré que ésta
surge con el descubrimiento y análisis exhaustivo de los detalles de los
problemas que aparecen de forma casual o fortuita ante nosotros. Me podrás
decir que, precisamente, eso no es tan malo… Déjame puntualizar:
El análisis del problema cuando surge, en su fase inicial, conlleva
una revisión continua y, a veces, repetitiva y permanente de las mismas
posibles soluciones y, además, requiere emplear un tiempo excesivo para el
estudio de las distintas vías de solución provocando el retraso en la toma de decisiones
y, por tanto, de la solución esperada a dichos problemas.
Por ejemplo, muy habitual, ¿cuántas veces se plantea
aprender un idioma pero nunca se da el paso definitivo?. Quizás porque se analiza
el tiempo que se debe invertir, las cosas que se dejarán de hacer mientras se
estudia o la utilidad en la vida profesional. Y cuando se cree tener
respuestas, se vuelven a plantear las mismas cuestiones porque el entorno ha
cambiado y… Vuelta a empezar, quizás por no haber previsto posibles cambios
durante su desarrollo. Estoy seguro que sabrás encontrar muchos otros ejemplos,
incluso mejores que este, que te harán plantear lo que estoy diciendo.
Esta teoría, muy presente en la Ingeniería del software, se
puede combatir con relativo equilibrio implementando el análisis por etapas.
Del mismo modo, aplicado a la empresa, estudiando los problemas desde su
base, definiendo y reduciendo el ámbito hasta donde sea necesario para
abordar pequeñas decisiones en pro de una gran respuesta o solución.
Y, por supuesto, en tu vida privada, donde constantemente
debes tomar decisiones, no es efectivo afrontar los grandes problemas en sí
mismos, es más efectivo “dividir” en varios más pequeños y someterlos al
correspondiente análisis para acelerar la decisión esperada sin invertir más
tiempo del necesario.
En conclusión, si tuviera que buscar una definición para esta
situación de parálisis por el análisis diría que “se produce cuando se emplea
una cantidad de tiempo superior a lo deseable o recomendable en analizar los
problemas, provocando un período de inactividad que atenta contra la propia
finalidad del acto y el objetivo de dar solución a los mismos”.
Dicho esto, permíteme convertirme en abanderado de esta
Teoría de la parálisis por el análisis y animarte a ser positivo, a mantener el
control de tu propia vida, a valorar tu iniciativa a la hora de afrontarla y, entre
tanto, a emplear el tiempo justo a contemplar y analizar las
dificultades aparecen para que, sin duda, reacciones y decidas, con mayor o
menor acierto, pero reacciones y decidas. A fin de cuentas, nadie debería
quererte más que tú mismo y, por supuesto, así no te dirán: “psst,
psst… Espabila”
¿Te quieres lo suficiente?
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