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Hace tiempo oí decir a un polifacético y reconocido psicólogo
al que admiro (Fernando M.) que, en tiempos de crisis, se distinguen tres tipos
de personas. He de reconocer que, cuando lo dijo, me esperaba una clasificación
preliminar convencional y, si me apuras, en torno a algunos preceptos técnicos,
echando mano a sus recursos en administración de empresas o medicina. Pero me
equivoqué (reconocer los pequeños errores ayuda a reaccionar ante otros más grandes).
Fuente imagen: progranetcr |
1.- El que comienza a creer en Dios
2.- El que queda inmóvil y espera acontecimientos
3.- ¡El Otro!
Los primeros, se aferran a un repentino impulso de la
providencia divina para dar solución a sus problemas pero –entre tú y yo- no
nos engañemos, quizás eso "no sea suficiente". ¿No crees?
Los inmóviles... Esos, para mí, son los más peligrosos
porque, además de o hacer nada, acostumbran a invitar al resto a acompañarlos
en su dinámica con el consiguiente riesgo de contagio.
Y los terceros, "los Otros", son los que denomino
"imprescindibles", los que suman y están dispuestos a reinventarse
para apostar por el éxito. A ellos me gustaría dedicar mis próximas palabras y,
del mismo modo que hacía un reclamo a los "creadores" en el post anterior,
con éste deseo motivarles a compartir su condición.
Se trata de personas de carne y hueso, como tú y yo, a las
que les entusiasma ser los primeros o, en su defecto, los mejores. No siempre
se puede conseguir pero, al menos, te voy a pedir que lo intentes porque una
persona nunca debería irse a dormir sin, al menos, haberlo intentado.
Estoy convencido de que no tendré que irme muy lejos para
encontrar a alguien que, mientras está leyendo estas líneas, ha pensado -hoy
mismo incluso- que hay algo que podía haber hecho mejor o, simplemente, que
debería haber hecho y no ha sido así.
De esos que “empiezan a creer en Dios”, la respuesta ya sé
cuál es; de los que esperan y no hacen, no quisiera saberla; pero, ¿y de los
“Otros”?. De ellos, espero una respuesta diferente:
Espero coraje para dar un paso adelante, valentía para apostar
y paciencia para esperar. De ellos espero determinación para emprender y, sin
duda, la mejor actitud. De ellos espero todo y nada al mismo tiempo: todo en
ilusión y éxitos; y nada en miedos que hagan retroceder.
Pero lo que más espero de ellos es poderte ver entre ellos,
y a mí contigo. ¿Alguna vez has podido decir a boca llena…?. Soy emprendedor.
SOY EMPRENDEDOR. (Yo sí, te lo recomiendo).
Un emprendedor no es un ser extraño, sólo es una persona
especial que suscita pasión en lo que hace y contagia a otras personas como tú para
compartir su experiencia con ellas. Un emprendedor se levanta con la
imaginación cargada y permanece con su creatividad intacta y en standby durante
todo el día; es el boceto del futuro y es poder sin fronteras. Un emprendedor
eres tú mismo, si tienes inquietudes, si quieres superarte, si te marcas metas
constantemente, si crees en lo que haces aunque sepas que puedes hacerlo mejor.
Podrás emprender cada día apostando por ti mismo, cuando
estás en casa, cuando estás con los amigos o cuando estás trabajando. Ojo,
también puedes ser emprendedor estando desempleado. ¿Cómo?. Te diré cómo:
El desempleado o “parado inquieto”, como a mí me gusta
denominarlo, también puede ser emprendedor teniendo amplitud de miras y no
conformándose con su situación actual. Atención: una persona se “conforma”
cuando hace siempre lo mismo y no obtiene resultados distintos a los
anteriores, es decir, sigue desempleado (ya lo había comentado en otra entrada
anterior).
Te propongo cinco reglas de oro para no perder el norte y dirigirte
hacia el "Universo de los Otros”:
- - Primera:
Echa un vistazo a tu CV y pregúntate si te
darías la oportunidad que necesitas si fueras el recruiter o empresa. Sé
sincero.
- - Segunda: Prueba a descubrir lo que puedes mejorar de tu
perfil y, una vez lo hayas descubierto, ponte manos a la obra. No hay excusas
para no aportar mayor valor a tu currículum.
- - Tercera: Al mismo tiempo, aprende a venderte y dar la
imagen que deseas – que debe parecerse mucho a la que buscan tus empleadores-
para fijar tus objetivos.
- - Cuarta: No bajes la guardia y repasa los tres puntos
anteriores regularmente. Estoy seguro que te hará ser más exigente contigo
mismo y adecuarte a las necesidades del mercado laboral.
- - Quinta:
Por último, sólo te voy a sugerir –no me
atrevería a exigir, por favor- paciencia y constancia.
Sé
generoso contigo mismo, pero realista, y si cumples con lo propuesto, ten por
seguro
que te ayudará a conseguir lo que esperas y, al final, convergerás con
las metas que te has marcado. Permíteme recordarte que en cada faceta de tu
vida, tanto si estás empleado como si no, tanto si tienes pareja como si no,
tanto si tu vida se parece a la que deseas como si no, nunca debes dejar de prepararte
porque suele ser un viaje duro y, quizás, conseguir alguna de ellas se alargue
en el tiempo. Pero no te quepa la menor duda de que será reconfortante. No
olvides que es tu objetivo, tu sueño y, como decía Steve Jobs, “Tu tiempo está limitado; no lo desprecies
viviendo el sueño de otra persona “.
Fuente imagen: 18minutos |
Soy de los que opinan que “emprende el que quiere, no el que
puede”.
Yo me apunto. ¿Me acompañas?
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