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La vida más
allá del trabajo “existe”, faltaría más… Pero quizás no llegues a plantearte
una vida sin él. Pues en esa tesitura todos nos hemos podido ver en el pasado
o, a lo peor, en el presente o futuro. Pero lejos de desanimarte, te voy a
proponer que calcules conmigo tu grado de felicidad en la vida.
¿Acaso la
felicidad se puede cuantificar?. Posiblemente no creas en las fórmulas mágicas
–yo tampoco-, ni en los milagros, ni en los cuentos, ni en las utopías, pero en
lo que debes creer firmemente para comenzar ese camino hacia la felicidad es en
TI mismo. Y de eso, no te quepa la menor duda.
1º. CREER… Que todo lo que te propones es
posible a cambio de tu esfuerzo y sacrificio. No dejes de hacer algo sin
haberlo intentado y tendrás las mayores sorpresas y las mejores recompensas.
2º. DISFRUTAR… Con lo que haces y no fustigarte con
tus obligaciones. Asumir tus obligaciones con ánimo y actitud te hace afrontar
cada reto de forma diferente y te ayuda a disfrutar de lo que haces. No lo
pienses, sólo hazlo.
3º. APRENDER… De todo y todos los que te rodean
para dar rienda suelta a tu lado más creativo e innovador. No olvides que tu
entorno es un hervidero de conocimientos que debes aprovechar, especialmente,
si vienen de personas competentes y positivas.
4º. VIVIR… Centrado en el presente, con la
renta del pasado y, por supuesto, apostando por tu futuro. Para aunar esfuerzos
en sacar el máximo provecho a cada momento sin dar un minuto por perdido para
lamentaciones, quejas o reproches [se me viene a la mente una frase genial de
Napoleón: “La queja es el lenguaje de la derrota”]
5º. POTENCIAR… Las habilidades y competencias más
desarrolladas para alcanzar la especialización. Tienes muchas cualidades,
aprovéchalas y céntrate en aquéllas que te abrirán las puertas de tu propio
paraíso, el que tú has elegido, y olvídate de cortinas de humo que no sirven
para marcar tu futuro.
Quizás en
todo esto y mucho más, está oculta esa fórmula mágica que todos ansiamos y que
en ocasiones no sabemos si existe… ¿Cómo?. ¿Aún lo dudas…?.
Déjame
terminar animándote a repetir este ejercicio cada día, a invitarte a descubrir
lo mejor de ti, a disfrutar y hacer disfrutar y, sobre todo, a ser generoso con
los demás y contigo mismo.
Y como hay
dos licencias que me encanta emplear cuando escribo, ahora voy a aprovecharlas
con tu permiso:
La primera,
las frases, a las que estoy suscrito de por vida con mis propios pensamientos. Ahí va una aplastante de Charles Chaplin:
“Sé tú y sé feliz, pero ante todo sé tú”.
“Sé tú y sé feliz, pero ante todo sé tú”.
La segunda,
un “grito final” muy particular que acostumbro a dar y siempre me hace sentir que comparto contigo lo
que tanto me gusta sin esperar nada a cambio:
¡Va por ti!
¡Va por ti!
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