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En un mundo materialista, oír hablar de lo inmaterial
resulta, cuando menos, paradójico, hasta trivial, salvo cuando hablamos de
personas, salvo cuando esa persona podrías ser tú. Ahí algo cambia, todo cambia. Y es que no es
lo mismo decir lo mucho o poco que valen los demás que oír decir a otros lo
mucho que vales tú (obvio, como podrás entender, "lo poco").
En esta tesitura, las palabras cobran mayor relevancia,
incluso dejarías lo material a un lado hasta saber lo que piensan los demás de
ti. Si bien es cierto que soy de los que opinan que que eso no debe marcar tu
rumbo porque, a in de cuentas, el timón de tu vida está en tus manos y
"ellos" son sólo rachas de viento.