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Si bien has podido ir descubriendo ciertas analogías del
empleo con la Antigua Roma y el arte de la lucha, en esta segunda entrega te
invito a descubrir las cualidades y habilidades del desempleado para
convertirse en un “gladiador” de la búsqueda de empleo. Para salir a la arena, los
elegidos debían tomar conciencia de sí mismos y asumir el papel que les habían
encomendado porque, digámoslo sin rodeos, su vida estaba en juego.
Fuente imágenes composición: r1db & facebook |
Ahora cabría plantearse una cuestión: ¿por qué terminaban
luchando en la arena?. En el caso de los luchadores, ya has leído que eran
elegidos por otros para morir, sí, para morir y dar continuidad a una arraigada
tradición funeraria (de los etruscos) para honrar a personas ilustres. En
cuanto a la persona que queda sin empleo, en realidad, tampoco difiere
demasiado de la anterior.
Si te fijas, también es otro –dígase el empresario o el
jefe- quien decide que saltes a la “arena” para buscar trabajo y, en la mayoría de los casos, para acallar
los efectos de sus decisiones y planteamientos equivocados en la dirección de
la empresa. En este caso, no es una tradición, sino “una maldición” el hecho de
que unas personas deban pagar los errores de otras.
Pero no todo va a ser negativo… En estos casos, si te ha
tocado vivir esta experiencia, tú tienes mucho que decir. Tienes la oportunidad
de mostrar lo mejor de ti para alcanzar tus objetivos, porque, si bien otros
pueden elegir tu sendero, al final, serás tú mismo quien decida qué dirección
tomar y, por supuesto, tu destino. Es por eso que definir y mostrar tus habilidades a la hora de buscar
trabajo pueden igualmente definir un mayor acierto en los resultados de la
búsqueda.
Para ello, entre tantas, quisiera puntualizar contigo las que
merecen mayor atención para hacer un uso “competente” de ellas. Pero antes,
haré referencia al concepto de “competencia” a través de una definición que leí
hace tiempo y que deja bien claro lo que debes esperar de ti mismo a la hora de
plantearte la búsqueda de trabajo:
“Competencia es la
capacidad de definir prioridades en la realización de tareas, estableciendo los
planes de acción necesarios para alcanzar los objetivos fijados, mediante la
utilización óptima del tiempo y de todos los medios y recursos; definir las
metas intermedias y las contingencias que puedan presentarse; estableciendo las
oportunas medidas de control y seguimiento”.
Dicho esto, ahora sí que puedo esgrimir con tu ayuda la
importancia de las habilidades, que podríamos dividir en dos grupos. Lo
haremos, por supuesto, bajo la clave de los antiguos gladiadores y, sin caer en
la tentación de inventar nuevos vocablos para la ocasión, las llamaremos
“Personales” y “No personales o genéricas” . Comenzaré por éstas últimas:
No personales:
Capacitación… Del
mismo modo que se catalogaba al gladiador según sus características para cada
tipo de lucha (por ejemplo, un gladiador muy alto no solía hacer de una espada
corta su arma habitual porque sus movimientos eran más lentos y solía usar otro
tipo de armas de mayor alcance como las espadas largas, por ejemplo, los Tracius). Por otra parte, es obvio –hablando
de empleo- que un candidato formado como administrativo no puede postular a un
puesto de economista o ingeniero. En ese sentido, saber acotar los puntos
fuertes y las limitaciones es básico.
Formación… A
partir del apartado anterior, y supone un gran paso, el objetivo es sumar
cuantas más habilidades puedas y, por supuesto, reducir cuantas limitaciones
sean necesarias. Para ello, la formación en general en todas las disciplinas posibles que te puedan ayudar a conseguir salir airoso en cada momento de la
lucha o que, al menos, te permitan acceder al proceso de selección.
Entrenamiento… De
nada sirve aprender si lo aprendido queda en el olvido por falta de
entrenamiento. Es necesario seguir practicando y potenciando las habilidades
para conseguir que mente y cuerpo trabajen al mismo tiempo en cada momento. Hay
que ir avanzando en el aprendizaje (y recordando las cuatro fases o etapas del normal aprendizaje en el desarrollo de competencias) alcanzar el estado “inconscientemente
competente” en el que haces lo que sabes con seguridad y con las mayores
probabilidades de éxito.
Especialización…
Si bien es cierto que cuantas más disciplinas y armas se dominaban sobre la
arena, más posibilidades tenían los gladiadores de conseguir la victoria, no es
menos cierto que a mayor grado de especialización, mayor fama iba cobrando
entre el pueblo (por ejemplo, Diocles, llegó a vencer en 1462 carreras en los
grandes Juegos de Roma y ganó una gran fortuna en épocas de Trajano y Adriano
durante el I siglo d.C.). Por tanto, aprendizaje continuo, sí; especialización,
también. Por otra parte, la especialización aporta mayor identidad y
reconocimiento, es decir, crea “marca personal”
Personales:
· Fuerza… Quizás,
en las luchas de gladiadores, una de las más importantes pues la resistencia en
los combates podía determinar el sentido de la victoria. Obviamente, me refiero
a la fuerza física, pero no dejaré de darle la importancia debida a la fuerza
mental, la que hace calibrar los tempos del combate, la que es capaz de colocar
la meta en lo más alto a pesar de estar sobre la arena, o la que,
sencillamente, te hará dar el primer paso.
Fuente imagen: gentedecadiz |
· Agilidad… Con
ella se podrán esquivar los constantes ataques del adversario y, por tanto,
salvar la vida si se sabe reaccionar de forma rápida ante cada situación. Pero,
al mismo tiempo, también permite tener la misma reacción para ubicar el ataque.
De hecho las oportunidades, al igual que en el empleo, son fugaces y deben ser
aprovechadas en el momento. Dejarlas atrás, supone renunciar a ellas y, por
ende, reducir las posibilidades de triunfar, las posibilidades de vivir.
· Valor… Para afrontar
el duro reto y poder abatir al contrincante, ya sea otro gladiador o la propia
condición de desempleado y el concepto que de éstos tiene la propia sociedad. Valor
añadido y medido en esfuerzo, en disciplina y autoestima para asumir las
embestidas del combate y de la misma vida.
·Destreza… Para
manejar las armas disponibles, las más oportunas en cada momento, y sacar el
máximo partido a tus recursos. De ataque, desde un tridente o una espada
pasando por una red y una lanza; hasta el propio CV con cada uno de sus
contenidos o, fíjate bien, las redes sociales, más importantes de lo que algunos creen. De defensa, tal como el escudo o
las defensas en brazos y piernas y, cómo no, nuestra propia palabra, cuyo buen
uso puede sacarte de las situaciones más delicadas manteniendo la mejor “actitud”.
En este grupo, no podemos dejar de abrir un apartado para estos
tres “estados” necesarios para la lucha, que suponen el complemento perfecto de
las anteriores:
· Actitud… Tanto
el personaje épico como el desempleado se han preguntado, al menos una vez,
“¿Por qué yo?”. Aunque no creo que nadie desee el mal a nadie, sí estoy
convencido de que le hubiera encantado no tener que correr esa “suerte” que le
ha tocado. Pero he ahí la importancia de la actitud para asumir el nuevo rol y
olvidarse de tiempos mejores que sólo servirán de distracción para la
consecución de tus objetivos más básicos.
· Humildad… Para
acometer los retos asumiendo tus limitaciones y, atención, sin despreciar las
habilidades de los contrincantes. Al igual que en cualquier empresa se llevan a
cabo estudios de la competencia para colocar sus productos con mayores
garantías de éxito, los luchadores de la arena y el empleo, no deben
apresurarse a escatimar esfuerzos y mejorar para eliminar o disminuir los
puntos débiles que le puedan hacer llegar a una derrota nunca deseada.
· Ambición… Como
motor que te mueve en la dirección que deseas para poder, en un caso, llegar
a salvar la vida; en otro, llegar a conseguir un empleo (que no deja de ser
otra forma de salvar la vida). Pero, ¿y si pudieras sacar mayor rendimiento a ese
“motor” para aumentar tus aspiraciones?. Estoy convencido de que era más motivador para el gladiador luchar, además de por su vida, por una vida
llena de reconocimiento y comodidades. Pues no es diferente en un desempleado.
Fuente imagen: bellera |
El combate es del gladiador y sólo de éste, pero hay que dar
una relativa importancia al escenario pues el sonido de fondo, los vítores y
abucheos podían inclinar la balanza del éxito hacia un lado u otro en momentos
muy concretos de la lucha. Este escenario, por norma general, era el
Anfiteatro, que estaba distribuido en gradas según el tipo de personas que las
ocupaban. La primera grada la ocupaban las autoridades locales incluso a los
sacerdotes y sacerdotisas (vestales), los patricios, los magistrados o
senadores; la segunda grada pertenecía únicamente a los soldados de grado,
tribunos y ciudadanos romanos (plebe con título de ciudadanos) y la tercera era
para los NO ciudadanos romanos. Las dos últimas gradas sólo eran
utilizadas –y cito textualmente- por las mujeres de la plebe y otro tipo de
gentes.
Es obvio que en la primera grada de tu propio escenario deberán
estar las personas más importantes de tu vida, aquéllas en las que confías y
que, no sólo te desean lo mejor sino que apuestan firmemente por tu victoria.
Deja al fondo, para no ser escuchados, a los más críticos y destructivos, así no
podrán influenciarte de forma negativa en cualquiera de los momentos de tu
búsqueda de empleo.
Aprovecha cada ocasión para repasar cada una de las
habilidades y cualidades que posees para poder potenciarlas y reforzarlas, no
dejes de aprender cosas nuevas y, por supuesto, no dejes nunca de creer en ti
mismo.
Fuente
documental: P.Argenter
(www.phistoria.net)
No olvides que hay un
Máximo, “El importante”, dentro de ti.
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